En un mirador natural, alejado del ruido de la ciudad, desde donde se observa todo Piñas y las prominentes montañas que la rodean, se encuentra la casa de don Arturo Romero, un hombre de setenta años de edad, amable y respetuoso como todos los piñasenses. Este “paraíso” como lo llama Don Arturo es una casa hecha en madera, rodeada de árboles y flores de los más variados colores donde por su puesto se destacan las orquídeas, ya que según dice Don Arturo “quien no quiere las orquídeas no es un piñasense de verdad”.
Llegamos a este lugar con el afán de conocer un poco más de Piñas de antaño. don Arturo la recuerda como una ciudad muy hermosa donde se destacaba la arquitectura, con predominio de la madera en sus portales y balcones, las fachadas decoradas con maderas talladas y pintadas con colores muy elegantes y llamativos, también tiene muchos recuerdos de la gastronomía piñasense como el arroz mote, la carne asada al carbón y aquellos sabores y aromas de su tierra que evocan momentos agradables en la mente de don Arturo, recuerdos de su niñez y su juventud, cuando habla de aquello la nostalgia se hace presente, sus ojos brillan y su mirada diáfana y transparente habla por sí sola de aquellos años llenos de encanto en su natal Piñas.
Recuerda que cuando llego la luz eléctrica a este cantón, en un principio no era un servicio de calidad y entre la muchedumbre se hacía una broma en la que se hacía evidente el deficiente servicio “hay que prender un fósforo para ver el foco”, Don Arturo sonríe al recordar estas circunstancias que con el pasar del tiempo hacen grande a un pueblo, hoy en día se puede notar el avance que ha tenido la bella “Orquídea de los Andes”.
Nos habla de las costumbres de su gente y lo buenos anfitriones que eran y aún siguen siendo, cuenta que cuando recibían visitas las atendían cordialmente y no las dejaban ir sin que antes hayan degustado una tasa de café o llevado algún presente a sus casas.
La belleza de la mujer piñasense no podía quedar fuera de la conversación a quien Don Arturo considera una orquídea más por su delicadeza y encanto; dice sentirse orgulloso de haber nacido en Piñas porque es una tierra fértil en todo sentido, aquí nace gente noble y trabajadora que se labra su futuro a base de esfuerzo, sacrificio y buen humor.
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